La actividad física en niños/as con Epilepsia, al igual que en el resto de las personas, es un aspecto fundamental y muy recomendable. Practicar deporte tiene un gran potencial pues incluso puede disminuir el número de crisis, siempre permite mejorar nuestra salud física y psicológica, nos ayuda a tener autodisciplina, promueve el espíritu de superación y puede ser además un gran vehículo de integración social.
Hacer actividad física no aumenta el riesgo de presentar crisis. Esto es un mito, por lo tanto, los niños/as con epilepsia pueden y deben hacer deportes sin restricción, no es recomendable eximirlos de educación física o excluirlos de actividades deportivas. En algunas ocasiones, de manera poco frecuente, el médico puede restringir la actividad física en casos específicos y por un tiempo determinado. Por ejemplo: al inicio del tratamiento o en caso de ajuste de dosis de medicamento o , a veces, cuando no se ha logrado un buen control de crisis, etc.
La Liga internacional contra la Epilepsia (ILAE), clasifica los deportes en 3 categorías, considerando el nivel de riesgo de lesión si ocurre una crisis mientras lo esté practicando:
- Sin riesgo: atletismo, bowling, deportes de contacto (judo, lucha), básquetbol, vóleibol, fútbol, rugby, golf, hockey, tenis.
- Riesgo moderado: esquí, arquería, salto en garrocha, biatlón, triatlón, kárate, boxeo, ciclismo, gimnasia artística, esgrima, equitación, patinaje, skate, snowboard, natación, levantamiento de pesas.
- Alto riesgo: aviación, escalada, paracaidismo, alas delta o similares, rodeo, buceo, navegación en solitario, windsurf.
Estas recomendaciones pueden ser modificadas por el neurólogo tratante de acuerdo a las características y frecuencia de las crisis, adherencia al tratamiento y si el deporte se realiza solo o acompañado.
Siempre es recomendable que la persona realice el deporte siendo acompañado por alguien que sepa cómo es su crisis y cómo actuar en caso de que ocurra, ya sea un familiar, profesor, entrenador, amigos, etc.