Epilepsia y aprendizaje

La epilepsia es una enfermedad muy frecuente. Se estima que aproximadamente 1,4 de cada 100 personas tienen epilepsia. Si llevamos esta cifra al ámbito educativo, probablemente en un establecimiento escolar de 300 estudiantes, al menos 4 de ellos podrían presentar epilepsia.

Varios estudios utilizando diversas metodologías, concluyen que la población infantil con epilepsia tiene mayor riesgo de presentar dificultades de aprendizaje. Éstas abarcan un concepto amplio que incluye:

  • Trastornos Específicos de Aprendizaje: por ejemplo, dificultades para aprender a leer, comprender o escribir, 
  • Trastornos Globales del Aprendizaje: aquellos derivados de menor capacidad cognitiva,
  • Desarrollo cognitivo heterogéneo: hacen referencia a desajustes, o discrepancias en el desarrollo de las distintas funciones cognitivas. 

En términos generales, podemos decir que aproximadamente la mitad de los niños con epilepsia, sin discapacidad intelectual, puede presentar algún problema específico para aprender, ya sea en el ámbito de la lecto-escritura o de la matemática. La relación entre la epilepsia y las dificultades de aprendizaje es compleja, multifactorial y el mecanismo de causa-efecto no es claro, pudiendo tratarse de una condición particular que cause ambas, Epilepsia y dificultades de aprendizaje o puede  que la dificultades de aprendizaje sean una consecuencia de la epilepsia y/o de su tratamiento. 

De las funciones cognitivas superiores, que cumplen un rol fundamental en el proceso de aprendizaje, las que más se ven afectadas en población infantil y adolescente con epilepsia son: la atención , la memoria y la velocidad de procesamiento de la información. 

  • Atención: Es la capacidad de concentrarse en estímulos relevantes e ignorar los irrelevantes, siendo fundamental para el aprendizaje y la autorregulación en el aula. Incluye distintos tipos:
  • Atención sostenida: mantener la concentración durante un período prolongado.
  • Atención selectiva: enfocarse en un estímulo específico.
  • Atención dividida: atender a más de una tarea a la vez.
  • Memoria: Proceso de adquirir, almacenar y recuperar información, es esencial para recordar contenidos escolares y experiencias previas. Se divide en:
  • Memoria de trabajo: retener información breve para resolver tareas (ej: recordar instrucciones).
  • Memoria a corto plazo: retener datos por segundos o minutos.
  • Memoria a largo plazo: consolidación y almacenamiento duradero del conocimiento.
  • Velocidad de procesamiento: Es la capacidad para realizar tareas cognitivas de forma rápida y eficiente. No se refiere a la inteligencia, sino al tiempo que tarda el cerebro en percibir, interpretar y responder a la información. Una velocidad baja puede afectar la fluidez en la lectura, resolución de problemas matemáticos y respuesta en actividades académicas.

Estas funciones cognitivas son claves en el rendimiento académico: la atención permite recibir la información, la memoria la retiene y la velocidad de procesamiento determina qué tan rápida y eficazmente se utiliza.

El compromiso que existe sobre estas funciones cognitivas, se debe por una parte a  los efectos que las crisis tienen sobre el funcionamiento del cerebro, como a los potenciales efectos secundarios de los fármacos anti crisis utilizados, pero también debemos considerar la influencia de factores externos a la epilepsia, como el ambiente familiar y escolar y la presencia de otras enfermedades (comorbilidades), por ejemplo el déficit atencional es 3 veces más frecuente en esta población. 

Dentro del aula, el rol de los docentes y de todo el equipo educativo resulta esencial a lo largo del proceso de enseñanza-aprendizaje. Su capacidad anticipatoria para identificar de manera temprana el origen de las necesidades educativas especiales posibilita la implementación de apoyos oportunos y adecuados, lo que constituye un factor decisivo para favorecer el desarrollo integral de los y las estudiantes.

Es por esta razón que necesitamos profesionales de la educación que cuenten con conocimientos relativos a Epilepsia y su impacto en el aprendizaje, lo que permitirá derribar mitos. Las creencias y expectativas que tienen los docentes sobre el desempeño escolar de sus estudiantes influyen directamente en el proceso educativo. Por lo tanto, el interés y la valoración que los educadores muestran hacia ellos, junto con la expresión de afecto y la sensibilidad frente a sus necesidades académicas y emocionales, así como el fomento de su participación en clases, generan efectos positivos tanto en los aprendizajes como en el autoconcepto de niños y niñas.

Es así entonces, que toda la población con epilepsia en edad escolar, que presenta alguna necesidad educativa especial, no debería quedar desprotegida y sin atención, bajo ningún punto de vista. Para alcanzar este objetivo se requiere contar con profesionales de la educación competentes y comprometidos en la detección temprana e implementación de las estrategias y/o sistemas de apoyo necesarios.

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